Actualizado el 20 septiembre, 2023
El silabario surge como una metodología que permitía minimizar el uso de la memorización para ayudar en el proceso de aprendizaje, pero también podía ser utilizado para adoctrinar. Conoce de qué se trata el Silabario, aquí.
¿Qué es el Silabario?
Un silabario es un documento o un cuaderno en el que encontraremos una serie de palabras divididas en sílabas, el cual tiene como propósito principal enseñar a leer. Este cuaderno también puede estar elaborado solo con sílabas sueltas.
Por lo tanto, un silabario se conforma de una serie de caracteres o símbolos escritos que representan cada una de las divisiones fonológicas o sílabas que forman a las palabras. Una sílaba es el resultado de un sonido producido por un consonante acompañado inseparablemente del sonido que produce una vocal.
Cuando se elabora o construye un verdadero silabario, no hay semejanzas gráficas entre sonidos fonéticos construidos que puedan estar relacionados, por ejemplo “Ti” “To” “Tu” estas silabas comparten fonéticamente el sonido de la consonante T, pero gráficamente las tres son diferentes.
Existen sistemas de escritura que utilizan un silabario y es importante señalar que estos se encuentran completos cuando abarcan todas las sílabas que pueden estar presentes en el lenguaje sobre el que se basa dicho sistema de escritura, sin que se incluyan reglas ortográficas complejas, en los casos de existir vocales silenciosas, vocales eco, entre otras.
Origen del Silabario
El origen de los silabarios surge ante la búsqueda de facilitar el aprendizaje de la lectura, en un principio las personas tenían que memorizar el alfabeto y además estaban obligados a memorizar también el sonido que producía la unión de una consonante con determinada vocal, lo que ocasionaba en la mayoría de los casos que las personas desistieran de aprender a leer, por lo complicado de la metodología utilizada.
Sin embargo, al parecer los silabarios han sido reconocidos como un documento antiguo que era llamado cartilla y consistía en listados de sílabas y letras. Especialmente en España, en un principio era prácticamente una patente que estaba en manos de las iglesias católicas, sin embargo estos derechos podían ser vendidos o cedidos a imprentas particulares.
Se calcula su uso desde la Edad Media, cuando la Iglesia Católica estaba a cargo de la educación y formación cultural de los fieles. En el siglo XVI la educación se encontraba a cargo de los párrocos y monjes, la cual por supuesto estaba muy ligada a la catequesis.
En las iglesias se impartía tanto la doctrina cristiana como la educación básica, que enseñaba a los asistentes a leer, escribir y sumar. Esta enseñanza básica era de suma importancia, por ello los obispos se ocuparon de que se mantuviera y mejorara con el tiempo. Así las cartillas de doctrina cristiana se masificaron con la aparición de la imprenta en el siglo XVI, por lo que tuvo gran difusión y aumentó en los siglos XVII y XVIII.
Sin embargo, el privilegio de exclusividad de Valladolid fue violentado con la elaboración de cartillas alternativas que simplemente fueron plagiadas y se multiplicaron en el siglo XIX, una de estas fue la edición de la Cartilla de Valladolid del año 1.820. Esto también ocurrió con las cartillas de Sevilla y de Orihuela, del año 1.813.
A pesar de que existían algunas excepciones en las que se permitía la edición de la cartillas de Valladolid, el manejo centralizado les permitía solicitar altos precios a quienes las editaban, lo que dificultaba el acceso y generaba frecuentes quejas por parte de los maestros de primeras letras. Este inconveniente se solventó cuando se realizó en España la reforma educativa y se oficializó el Silabario de la Academia en el año 1.825.
En el continente americano también sucedió un uso discrecional de las cartillas que contenían algunos ejercicios de divisiones fonológicas, las cuales pasaban a diferentes editores. En México se realiza su impresión a partir del siglo XVI hasta el siglo XVIII, en principio estaban a cargo del Hospital de Naturales, luego pasó a manos de Paula Benavides, después a cargo del Hospital de Indios y por último llegó a manos de Pedro de la Rosa, todas imprentas particulares.
El uso de las cartillas tenía una clara intención de adoctrinar, no podemos olvidar que en la época de la colonia una de las maneras de conquistar a los pueblos indígenas originarios del continente americano era a través de la religión, de modo que las cartillas contenían ejercicios silábicos de contenido religioso.
En la Nueva España, con las reformas borbónicas introduce una modificación en los silabarios y se intenta comenzar a impartir una educación racional, la cual estaba apegada a los valores de la antigüedad clásica, que se identificaban en las ilustraciones que estaban siendo utilizadas.
Se comienza entonces a cuidar que los silabarios estuvieran lo más completos posibles. Adicionalmente, se generó un silabario trilingüe que incluyó la lengua española, latina y griega, por supuesto que se encontraba más completo hacia el español, pero estaba dirigido a un público amplio.
Las cartillas comienzan a tener finalidades más pedagógicas que de adoctrinamiento religioso, en la necesidad de aumentar los niveles de alfabetización, es por ello que se decide hacer un esfuerzo más para que los silabarios comenzaran a centrarse en la lengua materna y dejaran en un segundo plano el latín.
Símbolos que lo componen
Debemos comenzar analizando y conociendo el abecedario para poder entender de cuántos símbolos puede estar compuesto un silabario. El Abecedario también llamado alfabeto es un conjunto de símbolos utilizados para representar una lengua de forma escrita. Cada uno de estos símbolos o gráficos es lo que conocemos como letras.
Como podemos identificar, cuando comenzamos a reconocer cada una de las letras que conforma el abecedario nos podemos dar cuenta que cada una de ellas tiene un sonido asociado; entonces cuando comparamos el abecedario con un silabario, nos percatamos de que en este último cada símbolo representa un conjunto de sonidos. Además existen otros sistemas como el logográfico, en donde cada uno de los símbolos que lo integran en realidad es una palabra.
El abecedario español que utilizamos actualmente está conformado por 27 letras, entre las que podemos reconocer 22 son consonantes y 5 vocales, por lo tanto la cantidad de combinaciones que surgen de la unión de una consonante con una vocal, será la cantidad de símbolos que tendrá el silabario, en este caso particular de la lengua española. A esto debemos agregar la existencia de 5 dígrafos como son Ch; Ll; Rr; Gu y la Qu, que añadirían 25 símbolos más a la cuenta.
Por lo tanto, el número de símbolos de un silabario dependerá de la lengua sobre la que se desarrolla dicho sistema, porque siempre será el resultado de la combinación entre la cantidad de consonantes que componen el alfabeto y sus vocales.
Idiomas y países que lo utilizan
Existen diversos países con distintas lenguas, que hacen de uso el silabario como método de aprendizaje de la lectura. Al respecto podemos mencionar los siguientes idiomas: el Ojibwa, el Cheroqui en América del Norte, el Yi en continente asiático, específicamente China, el idioma Vai, el Mende en África, el griego micénico y el ndyuka que desarrolló el silabario Afaka. De las lenguas ancestrales debemos nombrar el idioma maya, que desarrolló la escritura cuneiforme, este es realmente un idioma basado en sílabas y logogramas.
Algunas de estas lenguas ancestrales se encuentran ligadas, pero otras no, igual utilizaron silabarios e incluso gracias a los estudios de lenguas perdidas como el sumerio y el acadio, también podemos afirmar que hacían uso de los logogramas.
Por supuesto el español incluye dentro de su silabario estructuras más complejas, debido a que fonéticamente existen silabas que suenan igual pero gráficamente son diferentes por lo que se deben incluir caracteres distintos para estos casos. Sin embargo, los silabarios no son un sistema de enseñanza exclusivo del castellano, de modo que también existen silabarios publicados en otros idiomas como el francés, el cual fue muy utilizado en Estados Unidos de América.
Finalidad con la que fue creado
Los silabarios fueron creados con la finalidad de tener una metodología de aprendizaje más sencilla para enseñar a leer a las personas, si bien en un principio tenían una tendenciaa facilitar el adoctrinamiento religioso, para la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX tenía una intencionalidad más racional.
Para la época señalada se masificó la educación pública tanto en Europa como en América, generando la necesidad de un sistema que facilitara el aprendizaje. En un principio los silabarios se llamaron cartillas, las cuales tenían el propósito de enseñar en las escuelas; pero además de que las personas adquirieran el lenguaje escrito, también tenían el propósito de la enseñanza cristiana.
Los creadores de silabarios identificaron que una de las claves para aprender el idioma y leer, era aprender y reconocer el sonido de las sílabas. Los silabarios modernos, por su parte, surgieron para sustituir la metodología basada en la memorización del alfabeto, la cual necesariamente debía llevar una explicación fonética y largas sesiones de lectura en voz alta.
Manuel José Gandarillas, independentista chileno, en el año 1.810 publicó un silabario que estaba dirigido a la educación escolar, era el primer silabario de América Latina y constaba de un listado alfabético que indicaba casi todas las sílabas en el idioma castellano, con una clara inspiración racionalista.
Otro de los pioneros del sistema en castellano fue Domingo Faustino Sarmiento, un educador de nacionalidad argentina, que publicó un método de lectura gradual en el año 1.849 en Santiago de Chile. Incluso se atrevió a señalar que los silabarios que antecedieron al suyo habían hecho un daño al método lancasteriano, el cual era un sistema que promovía el trabajo en grupos pequeños que debían ser acompañados con un compañero más adelantado con respecto a los otros miembros.
Para finales del siglo XIX se comenzaron a incluir ilustraciones, las cuales servían de apoyo en la retentiva de las sílabas y palabras. Los silabarios modernos desplazaron a la cartilla religiosa, sin embargo no dejaban de ser adoctrinantes, ya que siempre incluían mensajes ideológicos.
Comparación con el Latino
Las propiedades fonológicas de la lengua latina, la pronunciación y acentuación correcta son sin lugar a dudas, algunos de los puntos de debate más controvertidos. Este es un problema al que se han propuesto una serie de soluciones que solo han logrado complicar la búsqueda de explicación y solución en referencia a la fonética de la lengua latina, la cual tiene en sus raíces cualidades donde interviene la intensidad, la musicalidad, la amplitud, entre otras.
El latín, el griego y el indio antiguo son algunas de las lenguas que heredaron del indoeuropeo una cualidad vocal que tiene un rasgo distintivo, es decir, una propiedad fonológica particular. En la lengua latina las vocales pueden ser pronunciadas de manera breve o larga y en función de esta oposición cuantitativa puede distinguirse si se forman dos palabras o dos formas de una misma palabra.
Utilizando la gramática tradicional tanto en el latín, como en el griego o en el castellano, las vocales forman el centro o núcleo silábico, si este no es seguido de ninguna consonante tautosilábica, es decir, que pertenezca a la misma sílaba, estamos hablando de sílabas abiertas o libres.
También puede suceder que la vocal sea seguida por otra vocal con menor grado de abertura o por otro sonido aún más cerrado, como por ejemplo tau-rus, esa vocal forma junto al núcleo lo que se conoce como centro silábico, que se identifica con el tradicional diptongo. El centro silábico-diptongo vale por una vocal larga.
Por lo tanto, cada sílaba solo puede contener una vocal o un diptongo. De igual manera, todo par de vocales que no formen un diptongo deben separarse en sílabas distintas y esta es una de las cualidades que determinaran el silabario.
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