Actualizado el 20 septiembre, 2023
La legendaria Biblioteca Nacional Rusa es una de las más importantes de Europa y del mundo por las extraordinarias colecciones que alberga en sus distintos espacios y que constituyen un acervo cultural muy preciado para la historia de la humanidad. Conoce en este post los cambios que en ella se han efectuado, cómo están organizadas dichas colecciones, cuáles son sus salas y otros detalles interesantes de tan prestigiosa institución.
La Biblioteca Nacional Rusa tiene más de dos siglos de existencia y es la monumental edificación ubicada en la ciudad de San Petersburgo, en Rusia, en la que se almacena la más grande colección de material bibliográfico ruso y cuyo legendario origen de épocas constituye un acervo cultural e histórico para la región rusa.
Es una de las instituciones que cuenta con colecciones de mucho valor, no solo por el contenido y la calidad de las mismas, sino por las autorías que las respaldan. Sus orígenes se remontan a la época de los emperadores rusos, durante la cual el país vivió la grandeza y poderío de sus dirigentes.
La Biblioteca Nacional Rusa vivió tres transformaciones importantes y cambio de denominación que delinearon su trayectoria, en virtud de las circunstancias políticas e ideológicas que reinaron en las distintas épocas. Así, fue conocida en una época como la Biblioteca Pública Imperial entre los años 1795 y 1917, como Biblioteca Pública de Rusia 1917-1925 y como Biblioteca Pública del Estado de 1925 a 1992, aun cuando desde 1932 comenzó a ser llamada Biblioteca Pública Saltykov-Shchedrin, en honor al importante escritor ruso Mikhail Saltykov-Shchedrin.
No solo es la institución más antigua de la nación, sino que también se le ubica entre las bibliotecas más importantes del mundo. En Galería Nacional de Arte, Washington D. C. encontramos una obra de similares características.
Tiene en su haber treinta y siete millones de documentos. De este material quince millones están constituidos por libros, lo que la destaca como segunda biblioteca relevante de Rusia, luego de la Biblioteca Estatal de Rusia en Moscú, con la que a veces se le confunde. La Biblioteca Británica es igualmente una espectacular institución, digna de ser conocida.
Constituye, además, el depósito legal de las publicaciones en Rusia, cuyos criterios bibliográficos se fundamentan sobre todo en desarrollar colecciones de materiales bibliográficos autóctonos rusos sobre historia, cultura y literatura, así como libros sobre Rusia escritos en otros idiomas y libros publicados sobre diversos temas en el extranjero en lengua rusa.
Es la segunda colección más rica de la Federación de Rusia, por lo que constituye un tesoro del patrimonio nacional. La biblioteca durante toda su trayectoria ha destinado fondos para la adquisición de la producción literaria nacional impresa, a la cual da acceso gratuito.
Historia de la Biblioteca Nacional Rusa
En época del reinado de Catalina II, mejor conocida como Catalina La Grande, se estableció la Biblioteca Pública Imperial, específicamente en el año 1795. Estuvo basada en la misma configuración de la famosa Biblioteca Załuski en Polonia, que construyera el obispo Załuski, de Varsovia, la cual fue posteriormente tomada por los rusos en 1794.
Desde principios del siglo XVIII estuvo entre los planes de los dirigentes rusos construir una biblioteca carácter público, idea que solo llegó a concretarse con el desarrollo de la denominada Ilustración rusa, que fue un período de gran promoción de las artes y las ciencias y de gran influencia para la cultura rusa. En un principio el proyecto de esta biblioteca pública no fue aprobado por Catalina La Grande, sino hasta de mayo de 1795, poco antes de su muerte.
Su primera sede se ubicó en un edificio entre la avenida Nevski y la calle Sadovaya en el centro de la capital imperial rusa, cuya construcción duró casi quince años. El diseño neoclásico del edificio fue ideado por el arquitecto Yegor Sokolov.
La misma emperatriz Catalina la Grande llevó a cabo la supervisión de la construcción de la biblioteca y participó asimismo en la colección de libros para su uso personal. Se concibió como repositorio eminentemente de libros impresos en Rusia o material bibliográfico extranjero que versara sobre Rusia en otras lenguas, y como fuente de educación pública
La biblioteca estuvo durante cinco años bajo la dirección de Marie-Gabriel-Florent-Auguste de Choiseul-Gouffier, diplomático francés, por quien Catalina La Grande sentía un gran aprecio, motivo por el cual le concedió ese honor y llegó incluso a proporcionarle tierras y propiedades.
Desde el inicio se organizaron las colecciones según un manual de clasificación especialmente preparado en la biblioteca.
Bajo el reinado del emperador Alejandro I se aprobó por primera vez la ley que regiría el funcionamiento de la biblioteca y, entre muchas cosas, se estipulaba allí que se debía depositar en dicha biblioteca dos copias legales de todo material impreso en Rusia.
La apertura gratuita al público se materializó en 1812, aun cuando no se había inaugurado, ya que el acto se tuvo que posponer por dos años, en virtud de que las colecciones más valiosas tuvieron ser evacuadas debido a la invasión de Napoleón.
Finalmente, se efectuó la inauguración en enero de 1814 durante el reinado de Alejandro I, nieto de Catalina II, cuando fue abierta a todo público, independientemente de su condición social. En la primera década del siglo XIX, bajo el mando del conde Alexander Stróganov, se entregó a la biblioteca el proyecto Rossica, que constituía una vasta colección de libros extranjeros que versaban sobre Rusia.
Asimismo, durante este período, se incorporaron algunas de las más invalorables joyas de este repositorio. Entre ellas es de mencionar el Evangelio de Ostromiro, que data del año 1057 y es el primer libro escrito en dialecto eslavo antiguo oriental, así como los extractos del Código de Leningrado de 1010, antiguo manuscrito de la Biblia y el Hypatian Codex de la Primera Crónica rusa.
Otra gran colección que se resguarda en esta biblioteca es la Biblioteca de Voltaire, conformada por 6.814 volúmenes, de los cuales 2.000 tienen notas manuscritas del propio Voltaire, así como otras notas con características de su estilo.
En 1778 Catalina II adquirió la obra de manos de Madame Denis, sobrina y heredera de Voltaire, la cual llegó a San Petersburgo en 1779 en un barco especial. Fue alojada en un principio en la biblioteca Hermitage, pero en 1861, por orden del zar Alejandro II, se llevó a la Biblioteca Pública Imperial donde permanece en un recinto especial.
Esta es la gran colección de libros que conformó el propio Voltaire, siendo su principal fuente de su conocimiento, pensamiento y el instrumento de trabajo diario. La colección muestra la diversidad de intereses del artista, así como la universalidad de su conocimiento.
Asimismo, en esa época se realizó, con la colaboración de otros bibliófilos, la revisión de la colección de manuscritos y cartas traída por Peter P. Dubrowsky, que se había quedado fuera de la patria en uno de los servicios diplomáticos desde hacía más de 20 años.
A partir de la revisión efectuada, se recomendó a Alejandro I, por parte de Stróganov, la creación de un depósito de manuscritos. El emperador ordenó la conformación de este departamento el 27 de febrero de 1805, y se designó a Dubrowsky como primer encargado de su manejo y supervisión.
Orígenes
Esta imponente institución se deriva de la antigua Biblioteca Imperial, que fuera fundada en el año 1795 por la emperatriz Catalina La Grande. Después de la revolución rusa, cambió su denominación y se le comenzó a referir como Biblioteca Pública de Rusia, sin embargo, en 1932 se le empezó a nombrar Biblioteca Pública Saltykov-Shchedrin en honor al famoso escritor ruso del siglo XIX.
En los tiempos terribles del sitio de Leningrado dentro del fragor de la Segunda Guerra Mundial, se produjo una gran escasez de combustible, calefacción y electricidad, sin embargo, ello no impidió que la biblioteca siguiera prestando el servicio que desde su creación fue planteado y ello gracias a los gigantescos esfuerzos que realizaron sus empleados para conservar su colección.
Dmitry Buturlin como director
Dmitry Petrovich Buturlín fue el historiador ruso designado para dirigir los destinos de la Biblioteca Pública Imperial en el año 1843. Nació el 11 de mayo de 1790 y falleció el 21 de octubre de 1849 y perteneció a una antigua familia noble con arraigados valores nacionalistas.
Previamente, Buturlín había sido militar del Imperio ruso y miembro del Senado de Gobierno en mayo de 1833. También, formó parte del Consejo de Estado de la Rusia Imperial que se celebró en diciembre de 1840. Fue enviado a defender la Patria en muchas campañas de las guerras napoleónicas, en las que participó como ayudante de campo del príncipe Pyotr Mikhailovich Volkonski y de Alejandro I de Rusia.
Cumplió servicio en Francia en 1823 para ayudar a suprimir la Revolución española de 1820, distinguiéndose en la batalla de Trocadero. Se retiró tras la guerra ruso-turca de 1828-1829 ostentando el rango de mayor general, pero fue llamado nuevamente al servicio activo con motivo de la revuelta húngara de 1848.
Como historiador Buturlín efectuó un detallado análisis de las principales guerras del reinado de Catalina II y la Guerra Patria de 1812, que quedó plasmado en sus diversas obras, muchas de ellas en francés.
Según su punto de vista, Alejandro I fue el verdadero salvador de Rusia y, en cuanto a la batalla de Borodino, la consideró como parte de los errores de Kutuzov.
Al finalizar su carrera militar en 1843, Buturlín fue nombrado director de la Biblioteca Pública Imperial. Se le conoció sobre todo por tener una perspectiva poco erudita y tal condición lo condujo a enfrentar las disposiciones del zar Nicolás I de Rusia aplicando un sistema de censura general.
Para tal fin estuvo al frente del Comité Buturlín, el cual fue un órgano secreto que desplegaba una estricta supervisión de todos los censores regulares. Ejerció esta posición durante el último año de su vida.
Este hecho hizo que Buturlín fuera recordado, no por sus hazañas como militar que le proporcionaron medallas, reconocimientos y premios, o por sus obras sobre la historia, sino por haberse convertido en el máximo ente que implantó la censura en Rusia, que muchos padecieron en la década de 1840.
A principios del reinado de Alejandro II de Rusia, dicho Comité fue disuelto.
Período de 1850 a 1859
Fue un período de agitación social y política y la Biblioteca Pública no escapó a esta realidad. Esta década de los años 1850 constituyó un cambio en la mentalidad de la sociedad en general. Ello se tradujo en un crecimiento de las existencias y número de usuarios a los distintos servicios bibliotecarios, así como también un cambio obvio en los intereses de los lectores.
Surgió una mayor población de jóvenes que utilizaba la biblioteca, principalmente estudiantes y alumnos de enseñanza secundaria, para innovar, los cuales representaban el 34% de todos los lectores. Muchos de ellos pertenecían a la plebe, pero también había representantes de la cada vez más importante burguesía.
Se registró también un aumento de escritores rusos que asistían a la biblioteca y pasaban horas disfrutando, no solo del acceso a libros sin costo alguno, sino también absorbiendo la calidez y la luminosidad que brindaba el lugar.
La biblioteca en la “era moderna”
Se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX entre los años 1860 y 1899. Rusia avanzaba hacia un nuevo nivel de civilización, la existencia de la Biblioteca Pública dejó de ser necesaria sólo para un pequeño grupo de especialistas, según lo que afirmaba una de las publicaciones periódicas rusas, para convertirse en imprescindible “para la inmensa mayoría de los mortales ordinarios”.
Se evidenciaban hechos como aparición de lectores de los estratos de la población que antes no compaginaban entre sí en San Petersburgo, se dieron nuevas pautas de demanda de libros, un vertiginoso aumento de las colecciones y mayor interés de parte de diversos círculos por las actividades de la biblioteca nacional.
Para el final del decenio se había multiplicado el número de usuarios casi por siete con respecto a las cifras del decenio de 1850, y el número de visitas se había incrementado por nueve. En 1860 se habían entregado unos tres mil carnets que daban derecho al uso de la biblioteca. Asimismo, se registró una expansión de las existencias de material en idiomas extranjeros.
Por otra parte, las humanidades reportaban el mayor porcentaje con más del 70% de los fondos asignados para adquisiciones, sin embargo, las ciencias naturales y aplicadas igualmente aumentaron. Se establecieron estrechos vínculos académicos entre la biblioteca y con casi todas las universidades, institutos, sociedades del saber, así como con archivos y museos rusos.
Se recibían libros y manuscritos de diversos centros de enseñanza y principales depósitos de libros de todo el mundo. Ello redundó en un mayor prestigio.
La biblioteca durante la guerra
En enero de 1914 se celebró el centenario de la creación de la biblioteca con una ceremonia oficial y actividades que excluyeron al público general, siendo la oficialidad la que predominaba en el evento.
Se recibieron felicitaciones formales de distintos entes del país, tales como museos, universidades, bibliotecas, archivos, repositorios de libros, sociedades científicas, etc. Asimismo, instituciones internacionales hicieron llegar sus buenos augurios. Varios periódicos y revistas, incluyendo las del interior del país dedicaron artículos o reportajes fotográficos a la biblioteca.
Sin embargo, en febrero del año 1917 debido a la Revolución Bolchevique hizo que se produjeran muchos cambios en el plano político y social e inmediatamente se eliminó la palabra “Imperial” de su título, pasando a ser la Biblioteca Pública de Rusia. Se redactó un proyecto de nuevos estatutos para adaptar las actividades de la biblioteca a los principios que establecieron las nuevas autoridades.
Se instituyó, como principio rector la gestión colectiva, que el cargo de director se hiciera por elección, siendo el primer director elegido Ernest Radlov, filósofo e historiador, aun cuando mantuvo el puesto de comisario.
Los estatutos consagraron en la legislación a la biblioteca como depósito nacional de libros, que debía prestar apoyo a la educación pública y al desarrollo del conocimiento entre las amplias masas de la población.
La secuela de la Primera Guerra Mundial, las revoluciones y la Guerra Civil tuvieron repercusiones en la biblioteca. Se produjo una drástica reducción del número de usuarios y visitantes, se cambió el carácter tanto de lectores, como bibliotecarios para amoldarse a las austeras condiciones reinantes. Los especialistas que habían emigrado tuvieron que ser sustituidos por personal poco calificado y, además, disminuyó la adquisición de nuevos libros a nivel local, mientras que las compras al extranjero cesaron por completo.
En la década de los años 1930, se promovió el intercambio de libros entre bibliotecas como práctica ordinaria y, poco antes de la guerra, se comenzó a distribuir los fondos del repositorio de libros de Leningrado entre más de 1.500 bibliotecas del país.
Poco a poco se fue estableciendo también esta práctica con instituciones extranjeras, como con la Biblioteca Pública de Nueva York, la Sociedad Alemana para la Investigación de la Sociedad Alemana y la Biblioteca Nacional de París. En 1929 se intensificó este préstamo, recibiéndose solicitudes provenientes de diversas bibliotecas de todo el mundo, entre ellas Finlandia, Noruega, Bulgaria, Italia, Suecia, Japón, Cuba.
En virtud de ello, en la década de 1931-41 se registraron en la Biblioteca Pública intercambios de unos 42.000 artículos impresos, aproximadamente el doble de los libros adquiridos en el mismo período.
Esa década de 1930 se caracterizó por las represiones masivas que afectaron en gran medida a mucho a los empleados de la biblioteca.
La guerra contra los nazis se inició en junio de 1941 y los 900 días de sitio que sufrió la ciudad de Leningrado dejaron marcada huella en la historia de la Biblioteca Nacional Rusa. Hubo una desbandada de miembros del personal que se unieron a las fuerzas combatientes. Se produjeron, también, muchas muertes por el terrible invierno de 1941-42 y retiro de muchos trabajadores. No obstante, la biblioteca siempre sirvió a sus lectores durante toda la guerra, incluyendo el período del asedio.
Tal como se hizo en 1812 durante la guerra contra Napoleón, las secciones más valiosas de la colección tuvieron que ser evacuadas para su preservación, entre ellas:
- Manuscritos
- Incunables, así llamados los libros impresos antes del siglo XV
- Libros rusos del siglo XVI y del “Siglo de Oro” (el primer cuarto del siglo XIX)
- Fondos de Rossica
- Biblioteca de Voltaire
- Archivos de la Casa Plejánov y otros.
Se embalaron y enviaron por un corto período a la ciudad de Melekess en Ulyanovsk. Tal medida permitió preservar estos valiosos tesoros intactos, a pesar de estar en condiciones totalmente inadecuadas. En octubre de 1945 fueron devueltas a Leningrado.
Período de 1946-2000
En el período de la posguerra, se llevó a cabo la estructuración de la Biblioteca Pública centrándose en una mayor diferenciación de las secciones y subsecciones, tomando en cuenta la actividad particular de cada una.
Se organizaron con relativa rapidez los departamentos de investigación académica y metodológica, en virtud del nuevo rol que debía desempeñar la biblioteca como centro metodológico básico. La actividad académica de la biblioteca se consolidó como elemento primordial de la labor cotidiana en la década de los años 1950.
Tal consideración ameritó la creación de los respectivos departamentos cuidando de contar con un nivel profesional alto del personal, lo que redundó en un aumento sustancial del mismo y el cual actualmente llega a unas 1.200 personas, aproximadamente.
Este crecimiento de la biblioteca resultaba normal, pues ello era necesario para satisfacer debidamente las necesidades de la época, en la que las tareas se hicieron más complejas y las exigencias de los usuarios, mayores.
Para 1949, se duplicó el número de visitas, de usuarios y de libros publicados en comparación con las cifras de antes de la guerra de 1940. En esa época, por decisión gubernamental, se cedió a la biblioteca el edificio del antiguo Instituto Catherine o Escuela de San Petersburgo de la orden de Santa Catalina, lo que permitió acondicionarlo para crear nuevas salas de lectura y nuevos repositorios de libros.
Siempre estuvo latente el dilema que se había presentado a lo largo de la historia de la biblioteca en lo referente a lo del espacio de almacenamiento de las colecciones que aumentaban constantemente.
Es por ello que siempre desde la década de los años 1920 se había planteado la construcción de ese nuevo edificio, lo que se concretó medio siglo después cuando el Consejo de Ministros de la URSS aprobó el proyecto sobre el reacondicionamiento de esta edificación.
Se construyó allí el nuevo complejo de la biblioteca frente a la estación del metro Park Pobedy en Moskovsky Prospekt, lo que significó la tan esperada solución de los problemas de espacio. En las décadas de 1960 y 1970 se fortaleció su desempeño principalmente como centro metodológico y de investigación de la bibliotecología del país.
En 1976 se definieron los estatutos en los que ya se le catalogaba como la biblioteca nacional de la Federación de Rusia, prestando servicio a toda la Unión Soviética.
Finalmente, con la desaparición en diciembre de 1991 de la Unión Soviética, se planteó una nueva reformulación del sitio que tiene la Biblioteca Pública dentro del nuevo entorno que regiría en el país. Por un lado la Biblioteca Lenin de Moscú, que fuera depósito nacional de libros para toda la Unión Soviética, se transformó por decreto del Presidente Yeltsin en la Biblioteca Estatal de Rusia.
Mientras que a la Biblioteca Pública por medio de otro decreto presidencial del día 27 de marzo de 1992, fue reconocida como la Biblioteca Nacional Rusa, lo que significó un homenaje oficial al preponderante rol que ésta había cumplido como patrimonio histórico y cultural de la nación.
Para consolidar este nuevo estatus se preparó el “Reglamento provisional de la Biblioteca Nacional Rusa” que el Gobierno federal aprobó de inmediato y en el que se amplían fundamentalmente los derechos y posibilidades de la biblioteca como centro de coordinación del país.
Tal reglamento concedió a la biblioteca mayor independencia para programar y ejecutar sus actividades y desarrollo futuro. Esto contemplaba tanto los asuntos académicos como los financieros, incluyendo las relaciones y vínculos con el extranjero. Aparte de que recayó en esta biblioteca el honor de representar los intereses de Rusia a nivel internacional.
La Biblioteca Nacional Rusa en la actualidad
En la actualidad la Biblioteca Nacional Rusa en su sede principal en el Nº 18 de la Calle Sadovaya, San Petersburgo, es una de las mayores del mundo con una excelente colección de piezas, que es la envidia de instituciones homólogas, y constituye la más grande de libros en ruso, conformada por treinta siete millones de libros y artículos, muchos de ellos muy antiguos y valiosos.
Su nueva sede en Moskovsky Prospekt, finalizada en los años 90, se halla también en el centro de San Petersburgo, la cual comparte el estatus de biblioteca nacional pública, siendo considerada patrimonio cultural de Rusia.
En total, la biblioteca cuenta con 1.269 empleados bajo la supervisión de su director Alexander Vershinin.
Organización y salas de la Biblioteca Nacional Rusa
La Biblioteca Nacional Rusa dispone de 32 salas de lectura distribuidas en sus cuatro edificios; a saber:
El Edificio Principal hay 14 salas, que son:
- Salón de manuscritos
- Sala de mapas
- Sala de impresión
- Sala de libros raros
- Sala de libros rusos
- Sala de revistas rusas
- Biblioteca de Voltaire
- Sala de documentos de archivo
- Sala de recursos electrónicos
- Salón Lenin
- Sala de lectura universal
- Sala de ciencias de la biblioteca
- Centro Legislativo
- Sala de conferencias.
El Edificio Nuevo en Moskovsky Prospekt cuenta con 18 salas:
- Sala de revistas europeas
- Sala de colecciones de Asia y África
- Sala de literatura nacional
- Sala de la biblioteca digital
- Sala de publicaciones periódicas actuales
- Sala de humanidades y arte
- Sala de medicina y biología, de ciencia y tecnología
- Sala de ciencias sociales y económicas
- Biblioteca central de referencia
- Sala de normas y documentos técnicos
- Sala de efímeros impresos
- Sala de documentos “para uso oficial”
- Exposición de adquisiciones recientes
- Sala de microformas
- Áreas de computación
- Sala para uso individual
- El centro legislativo
- Sala central de exposiciones.
La sede en el edificio en el terraplén de Fontanka
- Sala de música impresa
- Sala de grabaciones de audio y video de música
- Sala de práctica de piano
- Sala de prensa
- Sala de Lectura Junior.
La Casa Plejánov
- Sala de lectura
En cada una de estas salas se presta el material de las colecciones para consulta dentro del recinto bibliotecario, ya que, como no es una biblioteca de préstamo de libros, no está permitido que dicho material salga de sus salas.
También es posible solicitar asesoría de los especialistas calificados en la temática de la sala en cuestión, acceder a recursos electrónicos, como catálogos en línea, biblioteca digital, suscripción remota; utilizar las computadoras e Internet de forma gratuita en el lugar.
Se puede, asimismo, en los mostradores de servicio de fotocopias, fotocopiar, escanear, microfilmar los artículos de la colección e imprimir copias y, además, todas las salas cuenta con Wi-Fi. Son parte de los servicios que ofrece la Biblioteca Nacional Rusa. El acceso a las salas de lectura es para los visitantes de 14 años o más, para lo cual es necesario registrarse y solicitar un carnet de usuario de la biblioteca.
Colecciones históricas de la Biblioteca Nacional Rusa
La Biblioteca Nacional Rusa con su espléndida y completa colección de publicaciones en ruso, es repositorio de uno de los mayores tesoros del patrimonio cultural e histórico del país.
Por tradición, la biblioteca se ha enfocado en la adquisición de obras extranjeras sobre Rusia y publicaciones impresas en alguno de los idiomas de la Federación de Rusia y de diferentes países del mundo.
No obstante, en la biblioteca se ha iniciado la tarea de conformar, de la manera más completa posible, una colección multilingüe de literatura sobre las principales ramas de la ciencia y la tecnología.
En la actualidad en las salas de lectura la Biblioteca Nacional Rusa, el usuario puede acceder fácilmente a las más de treinta y siete millones piezas de sus colecciones características, así como de las derivadas.
Entre las principales colecciones de publicaciones en lengua rusa están:
- Libros rusos
- Periódicos rusos
Las colecciones más importantes de publicaciones en lenguas europeas de la Biblioteca Nacional Rusa incluyen:
- Libros europeos
- Publicaciones periódicas europeas
Se dispone de colecciones de acceso fácil, tales como:
- Sala de lectura universal (Edificio Principal)
- Sala de ciencias sociales y económicas (Edificio Nuevo)
- Sala de humanidades y arte (Edificio Nuevo)
- Sala de medicina y biología, ciencia y tecnología (Edificio Nuevo)
- Sala de publicaciones periódicas actuales (Edificio Nuevo).
Publicaciones en los idiomas de la Federación de Rusia (excepto ruso, bielorruso y ucraniano)
- Literaturas nacionales
Colección de Asia y África
- Literatura de los países de Asia y África.
Colecciones especiales por tipo de material:
- Manuscritos
- Libros raros
- Casa Plejánov
- Archivos
- Periódicos
- Mapas
- Música impresa y sonido grabado
- Impresiones
- Normas y documentos técnicos
- Colección de efímeros impresos
- Biblioteca de referencia
- Bibliotecología
- Documentos marcados “para uso oficial”
- Microformas
- Documentos electrónicos en los medios de comunicación locales.
Capacidad
En cuanto a la capacidad del material bibliográfico presente en la biblioteca, encontramos que en los cuatro edificios se albergan los ya mencionados treinta y siete millones de piezas entre libros, manuscritos, revistas, periódicos, documentos técnicos, mapas, libros raros, normas, partituras, etc.
Con respecto a la capacidad de atención de usuarios, la biblioteca puede llegar atender hasta más de 1.000 personas al día.